Prestige

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Allá por finales de 2002 comienzos de 2003 ocurrió el desastre ecológico del hundimiento del Prestige. Lo que provocó manchas negras desde el norte de Portugal hasta el sur de Francia.

Por esa época yo estaba en 5º de primaria, y la profesora habló de una excursión para dos semanas más tarde y nos preguntó dónde queríamos ir.

Yo levanté la mano. Como muchos de mis compañeros. Pero mientras todos dijeron "Tierra Mítica" (para quien no lo sepa es un parque de atracciones en Benidorm) yo contesté un "Ir a Galicia a ayudar a recoger chapapote". La profesora se quedó boquiabierta y mis compañeros se rieron de mí todo el resto de los años que pasé con ellos.

Lo dije muy convincente e intenté hablarlo con mis jóvenes camaradas. Pero sólo conseguí más risas y burlas. La profesora, que por norma general me odiaba (normal, le hacía la vida imposible a la pobre), me miraba llena de admiración.

Yo me puse tirste y me hundí en mi mesa. No volví a abrir la boca en todo el resto del día.

Llegué a mi casa y se lo conté a mi madre. Se lo conté con vergüenza y le pregunté si no estaba bien lo que había dicho. Se habían reído tanto de mí ya no sabía si era una buena idea o no. Mi madre me sonrió y me dijo que era la mejor idea de todas, pero que los pequeñines como nosotros no pensamos en salvar el mundo, sino en divertirnos. Y así tenía que ser.

Pero yo quiero ir a ayudar, le dije. Me volvió a sonreír y me dijo que si es lo que quería preguntaría a mi padre si podríamos ir los tres a ayudar.

Al día siguiente me dijo que los menores de cierta edad no pueden recoger chapapote porque es peligroso para la salud. Y los niños son más vulnerables. Me puse muy triste porque yo realmente me había hecho a la idea de ponerme los trajes blancos de plástico que había visto en la televisión y que luego ese traje no fuera blanco, sino negro.

Mi padre también quiso ir, le pareció una buena idea. Pero no podían dejarme sola.

Esas sonrisas por parte de mis progenitores son las mejores que te pueden ofrecer. Son sonrisas de que están orgullosos. Y eso es magnífico.
Las otras sonrisas son de "creemos en ti".

Tengo unos padres maravillosos. Y una hermana maravillosa también.

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Cuanta razón la de tu madre.

Recuerdo que organizaron autobuses para ir allí, se volcó mucha gente para ayudar, que para una vez que no es fútbol...

Zim, me alegro de haberte hecho sonreír.
De hecho, Inagotable, las televisiones al final decían que no necesitaban ás voluntarios, que ya habían suficientes.

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