Funeral

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Hace unos años, en el entierro de mi abuelo, que fue en Bélgica y a la que fui obligada a asistir, vi a mucha gente que se supone que me conoció cuando yo era muy pequeña.

Fue muy pesado porque yo no tenía ni idea de quién era toda esa gente y todos estaban diciendo: "Ohh, cómo has crecido". Sí, señora. Las personas envejecemos. Es pura ciencia. Dudo mucho que cuando yo todavía vivía en Bélgica usted estaba así de arrugada.

En un momento determinado los familiares nos pusimos en fila para que nos dieran el pésame y se me acercó un hombre, ciencuentón, me dio un beso en la mejilla (en Bélgica se da sólo uno) diciéndome: "Céline" (que, por si no lo sabéis, es mi nombre).

Le contesté un: ¿Le conozco de algo?
A lo que él dijo, algo sorprendido: Soy tu tío.
¡Ahh, hombre! Claro, claro. ¿Qué tal?

Han pasado dos o tres años y ni siquiera recuerdo su cara.

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