- Te quiero dejar.
- Pero... ¿por qué? ¿he hecho algo malo? ¿hay otro?
- Son preguntas a las que obviamente tengo respuesta, pero es bien posible que no quieras oírlas.
- Tienes razón, no quiero oírlas.
- Te conozco y sé que necesitas saber para comprender.
- A veces las personas a las que amas no deseas comprenderlas, porque entonces las podrías detestar. Y yo te amo, no voy a superarlo si te detesto.
- Te ayudaría una temporada. Cuando pasas por él para superar el amor hacia tu, lo que sería ahora, ex, no pasas por la fase de molestarme llamando. Si me detestas no me llamas, y cuando hayas pasado esa fase odio sabrás que es muy tarde para llamar. A mí me gustaría ahorrarme eso de las llamadas por tu parte.
- ¿¡Quieres que te odie?!
- Sí. No creo que sea tan raro.
- Sí que lo es. ¡Me estás pidiendo que te odie! ¡Después de un año amándote!
- Deja de usar una palabra en la que no crees.
- ¿Qué palabra?
- "Amar".
- No creía en ella hasta que te conocí.
- Oh, touché. Recuérdame el título de la película de la cual lo has sacado.
- Claro, Señora Hielo, todo es fácil desde tu frialdad inhumana.
- No soy inhumana. Estoy en contacto con la humanidad.
- Ambos sabemos de qué película viene esa.
- Sí, pero era una broma demasiado fácil como para dejarla pasar.
- ¡Siempre con tus bromas!
- Es con lo que una se salva de la realidad. Hay que tener sentido del humor.
- Tu sentido del humor, querida, no coincide con la mayoría de personas.
- Bah, eso es porque no saben reírse de sí mismos.
- Ah, porque tú sí.
- Pues claro.
- No estés tan segura.
- ¿Te importaría compartir la explicación lógica con la que afirmas lo dicho?
- Creo que después de un año puedo presumir que te conozco. De eso... y de nuestros polvos.
- Ah, ¿ves? Tú también tienes sentido del humor. Aunque siento decepcionarte, pero no me conoces en verdad.
- ¿No?
- No. Conoces lo que yo he querido mostrarte. No por ello tiene que ser quien soy en verdad.
- ¿Me has estado mintiendo?
- Todo el mundo miente.
- Todo el mundo miente sobre su situación económica o geográfica, no sobre su existencia.
- Te sorprenderías las muchas personas que hay a nuestro (tu) alrededor que mienten sobre su existencia, como lo has dicho tú.
- ¿Y qué es cierto sobre ti?
- Mi nombre.
- Qué gran consuelo.
- Si no quieres oír la respuesta no formules la pregunta.
- Es verdad, sabes lo que es mejor para mí.
- Para nada.
- ¿Y por qué sino me dices esto de las preguntas y respuestas y la gente de mi entorno?
- Son respuestas.
- ¿Otra vez con lo mismo?
- Son respuestas que quieres oír pero de las que no formulas las preguntas.
- Esto es contradictorio.
- Todo es contradictorio.
- Tú, para empezar.
- Yo no empecé nada. Que yo sepa ni he creado el Mundo ni he creado la contradicción.
- Oh, no. Ya te pones filosófica.
- Es obvio, dices incoherencias.
- Todo el mundo dice incoherencias.
- Después de un año suenas como yo.
- Un creador no abandona sus creaciones.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Me has creado. Al menos este nuevo "yo", así que no debes abandonarme.
- No te creía capaz de girar la situación así.
- Es cuando me dejas que consigo sorprenderte, ¡esto es exasperante!
- Ya empiezas a odiarme.
- ¡No, no te voy a odiar!
- Ambos sabemos que lo vas a hacer.
- ¡NO! No haré lo que quieras.
- Hace dos días me decías lo contrario.
- Hace dos días no me estabas dejando.
- Podría haberlo hecho hace ya más de dos días, pero ya sabes, a una se le pasa y al final te lo dejas para más tarde.
- Eres un monstruo.
- Eso en realidad no lo piensas.
- Sí que lo pienso.
- Entonces has empezado empezado a odiarme. Ya no necesitas que yo te ayude para ello. Sal dando un portazo.