Tus brazos me arropan en la fría noche. Tus dulces manos no piensan dejarme ir. Tus suaves dedos me acarician hasta dejar huella.
Hace frío al borde del mar en invierno. Incluso hay nieve en la arena. Pero yo no siento frío con tu cuerpo contra el mío. Me proteges del frío como sea.
Estamos abrazados, mirando hacia el mar y más allá, la luna con todas sus acompañantes.
- Me tienes que tratar bien - te dije.
- ¿Quién iba a querer tratar mal una maravilla como tú?
- Muchos lo han hecho.
- Habría que fusilarles.
- No seas exagerado.
- No estoy siendo exagerado - replicaste dándome un beso -. Yo no pienso tratarte mal.
- Más te vale.